¿Cómo fue la vuelta al deporte y qué mensaje dio a la política?
El 2 de mayo de este bizarro 2020, Madrid amaneció temprano, antes que el propio sol. “No he llegado ni a oír la alarma, me he despertado antes. Sabes, cuando uno ya sabe que tiene que una cita…”, dice alguien expresando la expectación de un país entero por la vuelta a las calles, primera conquista de una normalidad coja. En este sábado, en efecto, la gente recibió por primera vez el permiso gubernamental para salir a pasear, correr o montar en la bici. Un poco de vida, por fin.
La gente que se volcó a las calles del centro de Madrid fue mucha, hasta demasiada por la sensibilidad de alguien. Casi parecía la mañana de un día cualquiera, con la diferencia de que el celeste de las mascarillas combinaba con el del cielo para crear un marco pintoresco y vagamente espectral. Sin embargo, la gente era genuinamente feliz, impávida frente al virus que espanta a todo el mundo. Se percibe que este dos de mayo quedará en la memoria de muchos como “el día que nos devolvieron la libertad”.
La Gran Vía, Sol, Plaza Mayor y Plaza Cibeles fueron teatros del evento más mundano que este 2020 nos ha ofrecido. La mayoría se fingió runner, como está de moda decir hoy, pero era bastante evidente la diferencia entre los que siempre lo habían sido (o que, por lo menos, en un pasado remoto eran corredores) y los que habían vestido sus camisetas técnicas fluorescentes solo para saborear un poco de libertad, llenar sus pulmones con este aire tan poco madrileño de estoy días.
En el internet, el ágora de todos durante estos meses pasados entre el sillón y la cama, habían circulado muchos vídeos de animales paseando por plazas y avenidas que habían sido colonizadas por el hombre, comunicando la idea de que la naturaleza estaba retomando sus espacios. Dieron una sensación parecida los centenares de ciclistas que se atrevieron a circular sobre el asfalto de la calzada sin miedo al tráfico o a la presencia de los automovilistas, hoy un recuerdo lejano.
Alguien podría haber pensado de estos deportistas de la pandemia que son unos descarados, unos locos que nada más quieren poner en peligro la población después de tantos sacrificios para contener el virus. En realidad esta fue una señal social muy clara, que la política va a tener que captar y traducir en acciones concretas. Hoy más que nunca, no se puede pensar que todos nos quedaremos en casas hasta que el virus mágicamente desaparezca: este es el momento de brindarnos la seguridad precisa para empezar a volver a algo que se parezca a nuestras vidas. Que no significa abrir una fábrica hoy y una tienda el mes que viene, sino hacer más test, trazar contactos e individuar a los que tengan anticuerpos. Es decir, controlar la curva, sin que la curva controle a nosotros. Así podremos planificar una verdadera vuelta a la normalidad. Coja, pero normalidad.
Fotografías de Antonio Cefalù